martes, 15 de febrero de 2011

DECÁLOGO DEL BUEN DIVORCIO

“DECÁLOGO DEL BUEN DIVORCIO”

Cada vez se hace más difícil afrontar la convivencia y más fácil acabar con ella. Convivir es la verdadera prueba de fuego, donde se demuestra si verdaderamente nos amamos y nos respetamos. Hemos pasado de relaciones casi eternas en las que la separación iba en contra de la moral imperante, a otras en las que se toma el camino fácil de terminar la relación y emprender un nuevo camino por separado. Nadie aguanta a nadie.
No hay una situación ideal generalizable. Cada uno de nosotros debe trazar su propia andadura, no hay dos personas iguales, pero lo que sí es cierto es que si nos educáramos mejor, nuestras relaciones humanas podrían ser diferentes.
Recuerdo que en uno de los congresos de Psicoanálisis a los que he asistido se hablaba de que la patología de fin de siglo es la intolerancia hacia las personas. El Psicoanálisis ha develado el narcisismo de las relaciones, nos buscamos en el otro, es decir, nos gusta de los demás aquello que nos recuerda a nosotros mismos. Parece que resulta complejo amar del otro lo que es diferente a nosotros mismos. El verdadero amor se define justo por eso, tolerar lo que en el otro es diferente. El amor es “amor a las diferencias”.
El amor romántico al que aún hoy muchas personas aspiran, ofrece una utopía y condena irremediablemente al fracaso a quien lo persigue. Es un tipo de amor que se corresponde al período de enamoramiento, de idealización, donde todo parece perfecto y donde se tiene la sensación de que el mundo gira en torno a la pareja. Sabemos que este periodo es efímero, debe serlo, pues aleja al enamorado de la realidad.
Muchas veces, amar al otro implica, justamente, romper la relación de pareja. Esto previene muchas situaciones graves que pueden desembocar en maltrato. Terminar las cosas a tiempo es un criterio de salud. No debemos entender entonces, que toda ruptura amorosa es un fracaso, nada es eterno. Todo fin supone un nuevo comienzo. Si aprendemos de la experiencia y miramos el futuro con optimismo estaremos aprendiendo algo del amor, porque amar no es a una sola persona, sino amar la vida, amar crecer, aprender, trabajar.
Juntos o separados, no hay que olvidar que una pareja son dos personas, con psiquismos diferentes. Este es el primer paso para una convivencia o una separación más civilizada. Nadie nos pertenece, ni siquiera los hijos.


Helena Trujillo Luque
Asesora matrimonial - Psicoanalista

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